Si hacemos una rápida búsqueda de qué es el efecto Ikea, rápidamente encontraréis que corresponde al amor que se tiene a las cosas realizadas por uno mismo.
Sin embargo, la historia que os traigo es, más bien, de desamor. Y está más relacionada con grandes frases de la humanidad (y éstas son de las de verdad) como:
Sí, los muebles de Ikea son baratos, pero con las medidas de esa cama lo tendré difícil para cambiar los colores del nórdico.
Y así, con un montón de cosas más con el que poder escribir otro post.
Desde luego, no considero a Ikea como el Valhala de las tiendas de muebles.
- "Que sí, que sí. Pero ¿cuál es ese otro efecto Ikea del que nos quieres hablar?"
Os estaréis preguntando.
¿Conocéis esa sensación que debe tener el burro cuando le incitas a caminar poniéndole en los morros una zanahoria colgando de una caña?
No, verdad. El burro tampoco la conoce.
Porque cuando te ponen delante de los ojos la zanahoria más rica y exquisita, ya no piensas que pueda haber una zanahoria mejor.
Y este es el punto donde entra en juego el Whatsapp...
Pues resulta curioso que, en el momento de su nacimiento, ya existían alternativas muy válidas para el mismo fin.
Como por ejemplo: "Google Talk", "Skype", el chat de "Facebook".
-¡¡Ah, sí!! ¿Me ha parecido oir a alguien decir que con el whatsapp no necesitas cuenta de correo para conectarte?.
Peeeeroooo...
Mi repulsa hacia Whatsapp responde a un comportamiento social muy generalizado el cuál se define perfectamente en la sentencia:
Y me permitiréis mi atrevimiento, pero la humanidad no evoluciona, precisamente, gracias a este tipo de conductas. Muchas veces promovida por la pereza misma de buscar posibles alternativas.
- "Perfecto, tío. Ya te has desahogado. ¿Qué es lo que nos propones?"
Fútilmente, de nada sirve hablar de las posibles alternativas, pues Whatsapp se ha acabado convirtiendo en una especie de cáncer difícil de curar.
Sin embargo, y para que nadie me pueda decir que ni yo mismo he explorado otras alternativas, aquí os dejo un pantallazo de mi teléfono móvil:
Actualización: Personalmente opino que se debería utilizar el servicio que menos recursos necesite, especialmente en cuanto a transmisión de datos se refiere.
"Nunca vayas por el camino trazado,
porque conduce hacia donde otros ya han ido"
(Alexander Graham Bell)
Sí, los muebles de Ikea son baratos, pero con las medidas de esa cama lo tendré difícil para cambiar los colores del nórdico.
Y así, con un montón de cosas más con el que poder escribir otro post.
Desde luego, no considero a Ikea como el Valhala de las tiendas de muebles.
- "Que sí, que sí. Pero ¿cuál es ese otro efecto Ikea del que nos quieres hablar?"
Os estaréis preguntando.
¿Conocéis esa sensación que debe tener el burro cuando le incitas a caminar poniéndole en los morros una zanahoria colgando de una caña?
No, verdad. El burro tampoco la conoce.
Porque cuando te ponen delante de los ojos la zanahoria más rica y exquisita, ya no piensas que pueda haber una zanahoria mejor.
- Ya no hay cabida para las alternativas -
Y este es el punto donde entra en juego el Whatsapp...
Peeeeroooo...
Mi repulsa hacia Whatsapp responde a un comportamiento social muy generalizado el cuál se define perfectamente en la sentencia:
"Si algo funciona no lo toques"
Y me permitiréis mi atrevimiento, pero la humanidad no evoluciona, precisamente, gracias a este tipo de conductas. Muchas veces promovida por la pereza misma de buscar posibles alternativas.
- "Perfecto, tío. Ya te has desahogado. ¿Qué es lo que nos propones?"
Fútilmente, de nada sirve hablar de las posibles alternativas, pues Whatsapp se ha acabado convirtiendo en una especie de cáncer difícil de curar.
Sin embargo, y para que nadie me pueda decir que ni yo mismo he explorado otras alternativas, aquí os dejo un pantallazo de mi teléfono móvil:
Actualización: Personalmente opino que se debería utilizar el servicio que menos recursos necesite, especialmente en cuanto a transmisión de datos se refiere.
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